LA GALICIA MÁGICA DE BUENO SALTO
No son pocos los críticos que desconfían instintivamente del autodidacta (aunque siempre menos de lo que recela este del crítico), acaso porque es de todo punto imposible que un pintor aprenda más de si mismo que de los maestros que le han precedido. Por eso sorprende siempre gratamente aquel pintor formado en soledad que sabe sacar partido de esa independencia, de esa ausencia de concesiones a Las modas y a Las poses aprendidas, que caracterizan al autodidacta. Pedro Bueno Salto, además, ama el dibujo y resuelve con acierto esos numerosos desnudos femeninos, a lápiz y sanguina, que con su presencia enriquecen la exposición. “ Para entender, o mejor diría para ver dentro de la pintura de Pedro Bueno, algo que tiene que tenerse presente es la idea de Galicia, de lo que representa su cultura secular...”, dice Pedro Vasco Conde. Se trata de un mundo de leyenda, poblado por brujas y duendes, en el que los árboles se pierden en la bruma misteriosa y Las hermosas jóvenes, desnudas, se desvanecen en medio de un corro formado por pequeños seres demoníacos. Un mundo en el que el pasado parece pervivir, unos metros más allá, donde la neblina se vuelve del todo opaca; donde viven los deseos, donde tienen sentido los rituales y los símbolos. Hay, ciertamente, mucho erotismo en esta pintura: desnudos provocativos, aquelarres que son “Sueños de posesión “, carne y limpios cabellos, ojos y sonrisas, manos al acecho. Las tablas de Pedro Bueno Salto, además, revelan un tratamiento técnico interesante: son superficies muy mates, sólidas, con ciertos relieves bien colocados y el conjunto resulta siempre atractivo y rico en matices y sugerencias. Si algo le caracteriza, es la huida de lo decorativo y de lo amable: no es excesivamente elegante pero su obra está llena de sinceridad y de verdad, logra inquietar al espectador y sumergirle en ese mundo fantástico dominado por la magia.
JAVIER RUBIO NOMBLOT. CRITICO DE ARTE DE EL PUNTO DE LAS ARTES
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