De pronto, cuando una "Nueva Realidad" se impuso, allá por los años ochenta, esa nueva realidad se encontró conque ahí estaba ya instalada Esperanza Asensi, alicantina fina.
Y, amén de fina, elegante, exquisita, dulce e irónica. Así en la vida como en el
arte, en el que se ha hecho un nombre con más arrestos que tiempo. La pintura de la Asensi es una pintura que se inspira en el pasado sin perder de vista el presente. Con una ventana abierta al mundo grecorromano y otra ventana abierta al disparatado mundo de nuestros días, Esperanza parece estar diciéndonos que ni aquéllo ni ésto, o que ni aquéllo está tan lejos ni ésto tan cerca, o que todo cambia porque todo permanece. Y todo esto que ella dice, en su pintura, se observa mejor cuando uno se instala frente al Mar de la Cultura, ese mar que nos lleva y que nos trae y que nos sobrevive porque es el único mar (pese a estar de siempre amenazado) que quedará cuando no haya mares, porque el Mediterráneo no es un mar más. Es El Mar. La Mare Nostrum. Nuestro mar. Esperanza Asensi se ha aprendido de memoria Grecia y Roma, toda Pompeya y toda Sicilia y toda Nápoles y todo lo etrusco. Y con ese material arcaico ha elaborado el vasto edificio de su "Neorrealismo Arcaico", nombre seguramente desmesurado pero que conviene para entendernos con ella, para saber dónde está la pintura y su pintura y dónde está el observador y la emoción. No es posible sentir indiferencia ante sus cuadros, porque nuestra "conciencia colectiva" se inclina ante ellos y se reconoce en lo pintado. El laberinto de Creta, los Bacos degustadores de uvas tiernas y vinos con boca de mujer, los guardianes de la Acrópolis, los hercúleos Hércules con su guardia de herculanos, los nuevos Edipos frente a la eterna esfinge y los complejos de siempre... todo eso que en otros sitios son páginas en los libros, en Alicante, donde la pintora vive, y en todo el levante español, son celebraciones cotidianas que se ponen en pie (fallas, carrozas, hogueras) a la pimera de cambio con motivo de cualquier festejo. La pintora pinta lo que siente, lo que vive, lo que sueña y lo que imagina. Y lo pinta con gracia y con ironía, con frescura y galanura, enmarcado en unos frisos que hablan bien a las claras de esa actividad debida a los antiguos que es la cerámica levantina. Un deleite de pintura, que alguien tachará de demasiado próxima a otros artistas que han ido a beber a la misma fuente clásica en la que bebe la alicantina.
A Adrián Espí Vallés: "Con qué tibia evocación se acerca la pintura de Esperanza al caudaloso oleajeinmenso placer- del Mediterráneo, padre de culturas y mensajero de historias de hombres y de dioses, de fuerzas extrañas y de locuras confusas. Con fulgor en el pincel, con amor hondo, con picardía encendida, con ironía inmensa".
Mario Antolín Paz: "Pintora de fuerte personalidad que realiza una obra figurativa de moderna concepción y paradójicamente plena de reminiscencias clásicas. Un delicado cromatismo, con predominio de ocres y tierras caracteriza una obra pictórica en la que la densidad matérica y la firme línea del dibujo juegan un importante papel".
B Catálogo exposición galería Juan de Juanes. Alicante, 1992.
Diccionario de pintores y escultores españoles del siglo XX. Forum Artis. Madrid, 1994.
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